El criterio de corrección tradicional era rígido y dogmático, pues se tenía por expresión de principios inmutables: según él, había entre los usos lingüísticos una tajante e irreductible división entre aquéllos inherentemente "buenos" o correctos y aquéllos inherentemente "malos" o incorrectos. Puesto así el lenguaje en blanco y negro, escribir "bien" consistía esencialmente en atenerse a las formas lingüísticas tenidas por correctas y evitar cuidadosamente aquéllas tenidas -a veces erróneamente- por incorrectas. Este dogmatismo en cuanto al lenguaje estaba generalmente en razón inversa al conocimiento de su verdadera realidad y resultaba a veces traumatizante: nunca podrá saberse cuántas auténticas vocaciones literarias han perecido asfixiadas por una negativa formación purista, casticista o academicista. Pero la lingüística y la filología nos enseñan que lo correcto de hoy fue en muchos casos lo incorrecto de ayer, y viceversa. Basándonos en esa comproba...
“Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo” decía Wittgenstein. Por tanto, existe una relación directa entre el nivel de dominio del lenguaje y la profundidad de comprensión que tenemos de nuestro entorno...